martes, 7 de mayo de 2013

Chávez ha muerto, ¿y ahora?



Las primeras letras para Hugo Rafael Chávez Frías. La primera línea para un hombre que en apenas 14 años revolucionó un continente, sentó en la mesa de diálogo como iguales, a un derechista, a un indio y a una mujer, y por demás logró cambiar la vida de millones de personas en este planeta.
Para Chávez, el hombre, el ser humano, el soldado humilde y generoso, el amigo; para Chávez el político de verbo ágil, de respuestas firmes, de metas casi inalcanzables, para él, nuestro primer pensamiento.
Algunos días han pasado ya desde aquel triste 5 de marzo. Una vez calmadas las aguas, sosegados los corazones y frías las cabezas, se impone realizar un análisis de algunos hechos que no pueden pasar por alto y que una vez más nos exponen verdades irrefutables.
Silencio, no hay nada que decir
Cuba, la tercera patria de Chávez, luego de su amada Venezuela y Latinoamérica en su conjunto, lo adoptó desde el primer momento como un hijo. Más allá de vanagloriarnos, esto sintetiza los sentimientos que el líder bolivariano logró despertar en cada uno de nosotros.
No pocos dejaron de dormir cuando sucedió el Golpe de Estado que lo mantuvo fuera del poder por cerca de tres días, a la vez que en grandes masas salimos a las calles a recibirlo en múltiples ocasiones. Como un hijo legítimo de Fidelvimos los cubanos al Hugo que en cada discurso siempre tenía una frase de saludo y agradecimiento para esta isla.
La tarde de aquel día cinco removió al mundo. De Norte a Sur, de Este a Oeste, las voces no pudieron ser acalladas. Apenas unos minutos después los hermanos de lucha en todas partes del planeta se dejaron oír. Cristina, Evo, Correa, el ALBA, la UNASUR, el presidente de Irán, e incluso Barack Obama, transmitieron su mensaje al pueblo venezolano.
Todos, o casi todos, para evitar absolutismos, dieron su posición precisa, menos Cuba. Un modesto comunicado, con unas pocas frases mal logradas y menos pensadas, intentó hablar por todo un pueblo que en ese minuto lloraba junto a otros tantos, la pérdida de un verdadero amigo. Solo eso.
Seguro estoy que Rafael Serrano, tal y como lo demostró al leer aquellas palabras, supo interpretar mucho mejor el sentimiento popular que quien elaboró esas líneas. Eso y nada más dijo Cuba aquel día, porque quien había muerto era uno más de los presidentes.
Irrisorios los posteriores acontecimientos. Mientras la gran parte de los mandatarios de la CELAC y el ALBA se reunían en Caracas para acompañar al líder venezolano, nuestra alta dirigencia, en una pésima jerarquización de las prioridades, realizaba un acto conmemorativo. Y el recién electo primer vicepresidente lo demostró claramente: unas pocas y parcas palabras se atrevió a incluir en referencia a los tristes sucesos, las que sin ser especialista, se notaron forzadas y, me atrevería a decir, agregadas a lápiz para quedar bien.
Casi tres días tuvo que esperar el pueblo para rendir homenaje al hermano. No pocos pensaron en salir a las calles a manifestar su pesar de forma espontánea, como debió hacerse, tal y como ocurría en muchos países del mundo. Pero una vez más la espera de la orden oficial nos ató de manos y pies, una orden que no llegó en el momento preciso, cuando se demandaba.
¿Qué extraños mecanismos se articulan y a qué niveles, para que una multitud que desea expresar su voluntad no lo haga, aún y cuando no se opondría a principio o norma política alguna? ¿Por qué hubo que esperar, o mejor, por quién?
Triste realidad la de los cubanos, quienes estamos atados por presuntos fantasmas que nadie, o casi nadie, sabe quiénes son o quién mueve sus hilos. La voluntad y el sentimiento colectivo no lograron, una vez más, ser más fuerte que la lógica concebida e impuesta por tantos años. Quizás no diga nada nuevo.
Cuba, y esto es lo cierto, llora y llorará la muerte de Chávez, y cuando digo Cuba hablo de la gente humilde que trabaja día a día para al menos poder comer, del panadero que hace el pan, de la campañista que bajo lluvia, sol y sereno hace su tarea, del maestro que casi sin ropa va a dar sus clases todos los días, de la gente sencilla que trabaja la tierra, el manisero que “lucha” su esquina, de esa gente que algunos llaman pueblo y yo seguiré llamando Cuba.
¿Y ahora?
Junto a Venezuela palpitan una vez más los corazones de millones en el mundo. El chavismo ha representado para no pocos latinoamericanos la esperanza real de un mundo mejor.Para Cuba aún más.
Hace algunas semanas escribí en esta misma sección, en un trabajo titulado Lo que pende de un hilo, lo siguiente:
« ¿Acaso alguien puede dudar que Venezuela es nuestra nueva Unión Soviética y que en gran medida dependemos de ella para el logro de todos nuestros proyectos y nuestras aspiraciones?
Es por eso que lo que suceda en aquella nación tiene especial impacto en Cuba. No importan las crecientes relaciones con otros países del orbe, el aumento del intercambio con Brasil o con el gigante asiático. La patria de Bolívar tiene en sus manos el futuro de esta isla, tiene el petróleo que necesitamos, piensa como  nosotros, son una extensión nuestra.
Y sin embargo, los recuerdos de la URSS se levantan como muros infranqueables. No existen procesos irrevocables. La historia más de una vez ha demostrado su curso en espiral. Hoy avanzamos tres pasos, mañana retrocedemos dos. »
Una vez más volvemos al ruedo donde se dan las verdaderas batallas: a las urnas de este siglo. No caben dudas, al menos en lo personal, que en esta ocasión el chavismo saldrá victorioso, sobre todo por el pueblo sólido que dejó el líder bolivariano y por la efervescencia de estos días.
Un pueblo que reconoce claramente lo que significaría perder en estas elecciones, lo cual pudiera ser un retroceso imperdonable en la construcción del socialismo del siglo XXI. Sí, Maduro va a ganar, y ahí tendrá un papel importante la imagen de Hugo Chávez, sus ideales y el plan que con su inmensa claridad dejó elaborado.
Pero después vendrá la verdadera lucha: cuando tengan que echar adelante a un país donde un 44% aún vive bajo la sombra de una poderosa derecha, que cuenta con todas las armas y el apoyo necesario del exterior.
Cuba vuelve a centrar sus ojos y su destino en la tierra de Bolívar. El péndulo continúa en movimiento.

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